Blood Letters...

domingo, 23 de enero de 2011

Chapter 60. Letters From a Little Travel Cp.2 Una madrugada de disputas en mi mente.

¿Cual es el precio de la moralidad? ¿Y el del placer? Si hay que vivir el momento ¿por qué hay quien decide desangrarse con él?


Quiero conocer hasta dónde llega mi fuerza de voluntad en mi aspecto más débil. Mi propia lujuria ahora es el adversario de mi fidelidad y pese a que mi mente en momentos tan turbios es incapaz de contener su afán por barajar todas las posibilidades no quiero que mi cuerpo se rinda al simple deseo, no quiero caer, no quiero...


En estos momentos, víctima de la inseguridad es cuando veré cuán fuerte, o estúpido según se mire, soy.



Faltan un par de horas para "despertarme" y como siempre me he desvelado tras un breve sueño. ¿Tanta importancia le doy a este hecho? ¿Tan importarme es demostrarme hasta dónde llego? Sí, pero... hay más... Será el morbo de conocer hasta dónde llega mi intuición, o incluso el averiguar cuánto puedo permitirme "resurgir" hacia alguien que en algún momento ocupó todo mi pensamiento hasta llegar a tocar mi propio corazón.


Me gusta conocer pese a las terribles consecuencias para mí mismo en caso de fallar, pero nadie me puede arrebatar esa gloria, sólo la derrota.


También, ¿por qué no decirlo?, me impulsa el deseo de "dejar las cosas claras". Como ya mencioné mi propio orgullo no me permite ceder. El problema es que ese orgullo lleno de misericordia es capaz de razonar e incluso ceder si alguna fuerza mayor así lo demanda. Sí, soy un puto blando, tolero mucho, a veces demasiado... otras soy simplemente un refunfuñón, todo depende de las circunstancias...
Ojalá el gran cariño y aprecio que tengo hacia esta persona no me juegue una mala pasada. Ojalá, si mi intuición está acertada, y costaría equivocarse con sus "insinuaciones"; la situación no se me ponga demasiado difícil, pues hasta la más fría determinación puede sufrir algún traspiés en condiciones extremas...


Me siento fatal a sabiendas de las dudas que tengo, pues creo que no debería si tan seguro estoy. Pero el miedo de equivocarme al tirarlo todo por la borda como estoy haciendo me hace plantearme la posibilidad de deleitar esos breves momentos que seguramente jamás vuelvan.


Es injusto que cuando por una vez la vida te sonría ofreciéndote frutos que deseas probar desde hace tiempo, llegue la clarividencia de un estado superior y en una alocada enageración decidas tomar partido en ayuno para captar toda la pureza del sentimiento.


Amo el barroco, me enamora el medievo, adoro la edad clásica, pero está más que comprobado y reafirmado que sólo soy un romántico. Un guerrero, demasiadas veces desvalido, en un tenebroso mundo carente de principios, sacrificio, honor, disciplina... un mundo vacío, estético, sin sustancia... una eterna noche en la que pocas luces se atreven a alumbrar el firmamento.


Tampoco soy alguien digno de alardear pues tampoco poseo dote, pero sí que procuro fijarme en esos nimios detalles que tantos pasan por alto. Al igual que mi miedo. pocas cosas creo que me den miedo y las que me lo dan... son diferentes, miedos arraigados en mi subconsciente y todos relacionados con mi capacidad, el ser capaz o no de actuar, ser capaz de hacer lo debido o lo que en ese momento conciba como oportuno.


Estoy ansioso, ilusionado, aterrado, en parte complacido y lo más importante, completamente lúcido. Voy a intentar dormir un poco más, aún no ha amanecido pero pronto lo hará.

NaiT

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