¿Cómo seguir en un mundo así?
¿A dónde llegaremos la próxima vez?
Y es que me pongo a reflexionar con todo cuanto veo, todo cuanto ocurre a mi alrededor e incluso a mi familia.
Aprovechados y estafadores, banqueros adictos a la usura, empresas tiranas y un gobierno opresor sólo capaz de exprimirnos.
¿Dónde están los valores civilizados? Harmonía, crecimiento, integración, avance...
En un mundo donde es imposible estudiar y donde algunos ineptos logran titulaciones inmerecidas. Un mundo de profesionales desganados con millones de parados capacitados y sin experiencia por falta de oportunidades. Un mundo de familias destrozadas, forzadas a los últimos límites por llegar a fin de mes.
Y los culpables son los únicos impunes de toda esta situación. Ni un solo ministro, ni un solo banquero, ni un triste estafador está pagando por todo lo que se puede asfixiar a la clase obrera.
Cambio social, cambio de pensamiento, cambio total en este mundo corrupto y podrido... la pregunta es ¿cómo será la transición?
No soy nada optimista. La historia da testimonio de qué ocurre cuando el pueblo no puede más, cuando el hambre llama a la puerta de casas agotadas.
¡Qué triste es perder la fe en el progreso o en una posible mejora! ¡Qué triste que haya que derramar sangre por el deseo de unos pocos! Aunque en parte espero esa sangría para justificar actos poco ortodoxos que mi mente guarda con recelo deseando descubrirlos al mundo aunque sea una vez.
Qué triste saber que la nuestra va a ser la generación de la pérdida. La pérdida de la cordura, de la esperanza, del trabajo de siglos de lucha para recaer de nuevo bajo el yugo de un grupo selecto que se adueñan de cuanto no les pertenece.
Pierdo las ganas de labrarme un futuro que sé que no tendré, conseguir unas titulaciones que no me servirán cuando nuestro destino está hipotecado a un alto interés y poco a poco se acerca el momento del embargo.
Y es que sería el momento del resurgir de algún tirano capaz, un líder digno y sabio como para poder dirigir la sociedad a un estado mejor en un estado de crisis como el que vivimos.
Pero las promesas vacías de los políticos, la extendida falta de sensibilidad, cultura y dignidad hacen de este un páramo yermo para la razón, la lógica capaz de salvarnos de nosotros mismos, de nuestra masoquista, sumisa y autodestructiva condición que nos convierte en el pueblo sometido a los deseos de una panda de farsantes infelices pero adinerados.
Sin el pueblo no son nada. Pero si el pueblo en sí no es nada tampoco pierden. Y es que la luz de algunos pocos iluminados no basta para encender las antorchas de la que sería la revuelta final, una rganizada manifestación de nuestros derechos y exigencias. La gente sólo es bruma para las personas.
Tal vez ese sea el sacrificio necesario, acabar con cuanto sobra, pero ¿quién cargaría con ese peso?
Desgraciadamente hasta el ser más vil, pérfido y malvado tiene familia y seguramente sentimientos.
Hay tantas cosas que el diálogo podría cambiar si realmente hubiera la voluntad de conseguirlo, si las ultinacionales no governasen por encima de los países o si los mismos políticos fueran algo más que párbulos con traje y sueldo vitalicio...
Triste estoy por lo que se me viene encima, por lo que se nos viene a todos... por el cambio que tanto se vaticinó y algunos consideran "el fin del mundo". Tal vez sí lo sea, pero el del mundo tal como lo conocemos ahora...
Esperemos con paciencia la inminente catástrofe que llevará una vez más al ser racional a empuñar armas contra la injusticia.
De héroes está lleno el cementerio, pero por lo visto no ha habido los suficientes como para que el mundo despierte el poder que realmente posee la masa cargada de principios, valores y rectitud.
Sólo esperemos hasta el toque de las cornetas. Esperemos...
NaiT
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