Si escribes, hazlo bien.
Cuida los matices de tu expresión, elije detalladamente las palabras y con ello elabora tu mensaje.
Lo importante, más que la forma o lo estéticamente correcto que sea el texto, es lo que transmitas con él.
Usa tu poder, tu don de palabra, encuentra tu voz. Sólo así podrás hablar por encima de cualquiera que se te oponga.
Habla con la verdad y defiende la razón. Escribe lo que entiendes, lo que sientes, habla con lo más profundo de tu corazón.
Aunque andes perdido, aunque no sepas dónde, cómo, cuándo o por qué, nunca sueltes tu pluma.
Habla y el viento se parará, las olas callarán y la roca escuchará todo cuanto tengas que decir.
Usa la voz que no calla sin abandonar el silencio, escribe lo que piensas, quién eres desde lo más recóndito de tus adentros.
Es de las mejores maneras para lograr la eternidad, el cariño y el reconocimiento. Pero más que eso, la mejor forma de verse a uno mismo plasmado en texto.
Léete y tal vez así, algún día te entiendas o respondas preguntas que ahora formulas. Comparte una parte de ti y haz tuyo cuanto te pertenece, deja huella y pese a que no te recuerden
tu alma siempre podrá ayudar a quien te lea.
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Tan importante es poner sentimiento a lo que hacemos porque en nuestras obras podremos ver parte de nuestra esencia.
Estén bien o mal hechas, gusten o no, siempre serán tus obras y tú quien vivas en ellas.
NaiT
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