¿Cómo entregar mi corazón? ¿Envuelto en papel estampado o adornado con alguna flor?
Largo y tendido pienso en la manera de sentir por aquellos que me lo ponen más fácil o por aquellos cuyo juego del amor no supone una sádica tortura, pero me es imposible concebir una ecuación milagrosa que active esa maquinaria tan preciada oculta bajo toda esa carne y escudada con ese duro caparazón.
Cada puerta que se cierra ante mí, cada tren perdido, cada desilusión anotada no hacen más que acuchillar el fino hilo que sostiene mi motivación, mis ganas de poder escribir una historia de amor y poder deleitarme con cada verso escribiendo día a día un capítulo cuyo único testigo sea mi piel.
Mi esperanza, mi optimismo sostiene el hilo que algún día me llevará con aquella persona que ame, de lo contrario ése será el cabo con el que pereceré colgado.
¿Cómo engrasar los engranajes ya oxidados con todas las lágrimas que me niego a derrochar?
Temo el día en el que llore pues la máquina latirá, la piedra se quebrará y seguramente el hielo que la oprime se me clavará. ¿Tendré la suerte de sentirme feliz?
Hace tiempo conseguí un corazón, negro y pulido con precisión, un material semiplateado como ornamentación. En su momento pensé entregarlo a aquel que fue el último dueño de mis sentidos, pero la cobardía venció pues sabía que esa pieza sólo podría acabar astillada como el original de mis entrañas.
Desde entonces guardo con mucho recelo aquella forma física de todo lo que representa amar. Qué gran ironía que nadie se preste a poseer tal obsequio pues nadie parece desear mi amor.
Oculto en mi morada y esperando desaparecer entre la cera de las velas aguarda dicha posesión, a la espera de alguien que merezca poseerlo.
Razón, o tú que me has arrastrado al egoísmo y la presunción, tú que decaes cada vez que nombro la palabra "amor". ¡Qué tiempos tan podridos vivimos!
La única razón por la que no me enamoro es que sé lo poco que vale hacerlo, pero me desmotiva pensar en arrastrar a alguien a amarme y que no pueda corresponderlo. Pero es tiempo de cambios, es tiempo de egoismo. Es tiempo de hacer cuanto uno quiere y si la oportunidad es propicia, hacer feliz a uno mismo.
Podré salir con alguien si veo que al menos hay cariño. Pero que nadie me pida amar, no, que nadie piense en tal obscenidad. Pues las puertas de mi pecho tienen una llave y nadie está en posición de poseerla.
Nadie que pueda quiere y nadie que quiera lo hace de verdad.
A esta edad debería disfrutar y no comerme la cabeza. A esta edad debería sonreír pese a las lágrimas y no esperar hasta que algún día desborden por mis oídos tras pudrir todo cuanto habita en mí, ahogando esperanzas, sueños e ilusiones.
Se acercan tiempos oscuros y sin amor... qué terribles corazones surgirán de la conmoción...
Ojalá pocos tengan que ser desgraciados... ojalá alguien pueda representar los auténticos valores del amor.
Ojalá las historias de romances dejen de formar parte de la ficción.
NaiT
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