- Quieto. ¿A dónde te crees que vas?
- He de entrar.
- Sólo pueden pasar aquellos con sangre real.
- Como mortal mi sangre descendía de la monarquía de mis tierras.
- Esa realeza no vale la pena, la realeza mortal no es como la nuestra.
- Cierto, pero un noble mortal es mejor que lo que fueras tú.
- Lo importante es lo que soy ahora.
- ¿Y qué eres?
- El vigilante de la puerta, escoria.
- ¿Y tú puedes entrar?
- Por supuesto, bebí del príncipe de la zona, de lo contrario no estaría aquí.
- Entonces déjame pasar por las buenas o tendré que beber de ti para tener tu dichosa sangre real en mis venas.
- ¿Cómo osas?
- Cállate, escoria. ¿Quieres sangre real? Tú me la vas a dar...
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El poder sólo tiene la influencia que le queramos dar. Nadie tiene poder si aquellos sobre quienes supuéstamente lo tienen demuestran lo contrario.
NaiT
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