Y es en momentos como éste cuando la mancha que se extiende con velocidad sobre lo poco que me puede quedar de especial se hace fuerte, arrasando la débil inocencia que el tiempo tanto ha dañado.
Contengo con pasividad mi dolor, mi propia envidia como buen mártir al saber que son esos mismos errores por mi parte los que habrán hecho sentir a otros así.
Perderé mi propia propia ética si así lo requiero con tal de entregarme al placer, pues los valores en los que más creo perecen constantemente ante las cosas que he de ver.
Siento pudrirse algo demasiado valioso para mí, pero en cambio no puedo hacer nada por las barreras que me autoimpuse, y ahora, navego a la deriva esperando encontrar no un puerto dónde amarrar, si no un recorrido en el que jugar, jugar a ser feliz y sentirme mejor.
Y es que no es una depresión, si no un motivo más en la lista que se sumará al resto impidiendo que algún día caiga en esa breva. Quiero, pero sé que ni yo ni nadie está hecho para tal condena para/conmigo.
Es genial mantener una fiesta y por bondad ser excluido, prefiriendo pensar que ha sido por mi propia voluntad. En fin, ¿qué se le va a hacer? Sólo tengo que esperar a que mi propio ser cambie con el tiempo, las reputaciones deberán quedar en segundo plano al final...
La lujuria, la alegría, las atenciones dignas de un cabaret con aires hogareños y una lista de admisión exclusiva. Así es como un anfitrión ha de ganarse a sus invitados, así es como un anfitrión se acaba durmiendo en su inmensa cama tan solo habitada por restos de pasión ilegítimos.
Verdaderamente me volveré más cabrón para lograr los objetivos que me dicta la razón. Abajo el corazón.
NaiT
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