Han sido días de estrés, de angustia e incluso, ¿por qué no decirlo? Depresión, infravaloración, aso hacia mi persona y todo cuanto reflejo, pero aquí no, aquí sólo puedo sentir serenidad y una sensación alejada de mi ser, pero constante en mi vida diaria... amor.
Supongo que tras una oscura noche, los reflejos del alba acuden con mejor aspecto a su cita con el destino. Veremos cuánto dura esta luz, aunque siempre me quedará éste lugar al que acudir, éste templo y santuario, lugar de reflexión, oración, purificación y reconciliación.
Un lugar mágico sólo comparable a majestuosas ciudadelas o extensos bosques verdes, todopoderosas cataratas o descomunales montañas. Un lugar bañado por la noche y el día a la vez, un rincón donde todo está en perfecto equilibrio y orden para distanciarme del maravilloso caos.
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Cambio drástico cuando cambia la canción, y es que tal cúmulo de sensaciones desordenadas acometen en manadas haciéndome perder a momentos el juicio con ideas absurdas: ilusión, amor, felicidad.... Sí, los puedo sentir, los siento, pero... son sensaciones tan efímeras.... El dolor siempre es duradero, la pena, la culpa... siempre están ahí, siempre son reales aunque los motivos por los que los sientas no lo sean.
La única realidad de la imaginación es la decepción al despertar.
Un reino tan cercano y al a vez tan distante....
Mi intuición hoy día dice muchas cosas, pero mi razón hace tiempo decidió no escucharlas o buscar argumentos con celeridad para borrar tales pensamientos. Los pensamientos no se borran, está comprobado, pero sí que pueden llegar a acumular polvo si los condenas a las profundidades del abismo.
Y en verdad añoro aquello que nunca me ha abandonado, aquello que siempre he querido, pero no es el momento. Pero bueno, hay que sonreír, ya que si las cosas mejoran lo que tengo ahora no está mal como compensación, como sustituto, como preludio.
NaiT
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