Una vez me preguntaron una duda, un dilema más que universal, existencial:
- ¿Qué camino sigo, la mente o el corazón?
A lo que buenamente yo respondí:
- Un racional te dirá la mente, un espiritual el corazón. Un ruso te dirá abre una botella de Vodka y yo... yo creo que necesito otra copa.
Embriagar los sentidos, desvanecer la razón que tanto excedemos a momentos, sentir una profunda apatía recordando cómo empatizábamos antes.
¿Qué camino tomar cuando ambos se desmoronan delante tuyo?
Un futuro incierto para la juventud, una larga historia de desamores o sentimientos no correspondidos, corrupción en los gobiernos y medios legítimos de ejecución y juicio e incluso hasta en los medios de comunicación.
¿Qué camino tomar cuando todos te llevarán a una catástrofe? ¿De qué forma caminar si al final del sendero sólo hay muerte?
Opino que hay que procurar vivir, disfrutar y complacer los deseos que sólo se tienen en vida sin poner en peligro el porvenir, con precaución y mucha cabeza, la medida justa entre mente y corazón.
Tomar decisiones, ¿lo que quiero o lo que me conviene? Nadie quiere escoger, nadie quiere decidir algo que podrá martirizarte toda la vida.
Desgraciadamente estamos obligados a elegir hasta el fin de nuestros días. Carreras, trabajo, pareja, ciudad, casa, coche, teléfono, compañías de seguros, bancos, viajes, deportes, dieta, ropa, estética....
La libertad reside en el poder tomar decisiones, pero¿ dónde está la libertad de omitirse? ¿Dónde está el punto intermedio?
Cada uno, como puede ha de inventarse el suyo. Yo lo intento, ahora bien, ¿podrás intentarlo tú?
NaiT
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