Con espíritu noble, de frío glacial en el pecho y equipados con coraza de acero, acuden prestos al campo de batalla. Ha tenido un gran coste y se han hecho esperar bastante, pero la caballería de refuerzo por fin acude para tropezar nada más llegar a las murallas en pleno asedio.
Una gran batida dará comienzo en las próximas horas hasta los próximos días, y es que las batallas de tal calibre se pueden librar toda la vida, pero a momentos es necesario marcar un punto de inflexión, cueste las bajas que cueste.
Un estrepitoso rescate con las últimas cartas por jugar para acabar con una situación ya demasiado recurrente y que nos instiga a perder la delicadeza de las formas, dejar de lado la pena y arremeter en profundidad.
La acometida todavía se sitúa a las puertas de la ciudadela, pero no descansaremos, no nos detendremos y por mucho que se prolongue la batalla, venceremos.
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Mis sentidos todavía se deben agudizar mucho más para no cometer errores como el de anoche. Me pierde el subconsciente, ya que es difícil interpretar un papel si no te lo propones, y el interpretarse a uno mismo, no siempre es tan sencillo.
Una determinación, la cura. ¿Cuántos fracasos se necesitan hasta encontrar la medida exacta? Temo por lo que el único método que veo viable no sea suficiente y ocurra una catástrofe, pero peor será si nos quedamos de brazos cruzados.
NaiT
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