Camino a Londres.
Cuantas más dudas rondaban mi mente más información nublaba mi juicio posponiendo aquellas preguntas que nunca formulaba.
Mis sospechas se confirmaron, ahora mismo viajaba en barco hasta Londres junto a un vampiro y su sirviente. Matías, como me explicó Daniel, era un Ghoul, un siervo humano alimentado con vitae. Ah, sí, la vitae es el nombre que recibe la sangre de los vampiros.
Durante estos días Daniel me ha explicado todo cuanto debería conocer sobre su raza, la estirpe. Muchas cosas que leí en los libros de ocultismo de mi abuelo se aproximaban a la realidad, pero algunas cosas eran producto de la fantasía que nos caracteriza a los humanos.
Si algo no quiero olvidar es la expresión de Daniel. mientras hablaba parecía un ser de otra época, era como hablar con mi abuelo aunque esa visión se rompía con su sonrisa o gestos. Al ser convertido cuando aún era un niño le condenó a ser un niño eternamente, por ello siempre se autoanaliza para templar su comportamiento y vencer a lo que él llama "la bestia".
Los vampiros comenzaron con Caín, primer asesino de la historia, y desde entonces se han extendido hasta nuestros días en diversos clanes con diversos poderes siendo conocidos en algunas culturas como deidades o habiendoseles comparado con alguna.
Son tantísimos detalles, tantos clanes y consejos para tratar con ellos que no sería capaz de relatarlos todos en este cuaderno. Espero poder documentar todos esos conocimientos una vez llegue a Londres.
Estoy ansioso, eufórico, tal vez Daniel me haya contagiado su ilusión, hacía tiempo que no se relacionaba con nadie de "su edad", aunque no le gusta hablar de su verdadera edad.
El crujir de la madera mientras el "Saint Marie" surca las aguas del Canal de la Mancha me enerva muchísimo. Por las noches me dificulta el sueño y siempre acabo en la proa contemplando las estrellas junto a Daniel mientras me cuenta alguna anécdota con algún clan o simplemente me susurra una nana. Siempre despierto en mi camarote, seguramente porque él me trae, pero sin conocer sus intenciones todavía, no sé si preocuparme.
Unos pasos irrumpen en mis pequeños aposentos, uno de los marineros contratados para llevarnos a Londres me avisa de que la cena está servida.
Todas las noches ceno con Daniel mientras por el día me veo obligado a cenar junto a Matías con el resto de marineros ya que Daniel debe tomar reposo. Algo a lo que me suelo sumar, puesto que trasnochar no es mi fuerte y de día colaboro con los marineros y acabo rendido o escribiendo a solas.
La mesa estaba ya preparada y Daniel sentado con una gran sonrisa dibujada entre sus facciones. Intuí que ya estamos cerca de Londres.
- Buenas noches Daniel, te veo muy contento. -
- Sí, pese al rodeo que le aconsejé tomar al capitán hemos llegado con celeridad. Mañana por la mañana desembarcamos, aunque por supuesto Matias se encargará de llevarnos a mi pequeña parcela en Londres. - Explicaba mientras jugueteaba con una copa vacía entre sus dedos. - Y es suerte, porque ya no tengo de qué alimentarme en este navío... -
Entonces caí en la cuenta de que al embarcar había animales de corral que a lo largo de los días hemos ido comiendo, no pensé en la posibilidad de que Daniel los emplease para alimentarse también.
- Creía que te alimentabas de Matías. - La mirada de daniel fué gélida. - Lo siento... -
- Tranquilo. No quiero alimentarme de mortales aunque a veces lo hago para estar fuerte. Matías sólo lo empleo para casos escepcionales y lo ocurrido contigo sabes que fué un desliz que espero no vuelva a ocurrir. - Daniel estaba enfadado, por mucho que intentase ocultarlo con una sonrisa podía entre ver lo difícil que le resultava tal sacrificio y cómo su máscara de comprensión se quebrava al ver que su esfuerzo tal vez no era suficiente... Cuando hablaba así, no me engañaba, estaba muy disgustado y yo me sentía culpable, por tentarle sólo con mi presencia.
- Discúlpame, no quería.. - Me levanté inconscientemente de la mesa.
- Alan, por favor, discúlpame tú a mí. Lo que pretendía hacer con la manceba.. me recordaste mi promesa a un viejo amigo, pero la tentación de probarte me pudo y es algo de lo que me avergüenzo. No quiero discutir en esta gran noche, además creo que te debo algunas explicaciones que me reservaba para cuando estuviésemos a salvo. -
Pude sentir un cosquilleo apoderarse de mi razón, iba a tener respuestas al fin de mi cometido en Londres y tal vez conocería la historia de Daniel.
- Tengo grandes planes para ti Alan, y cuando lleguemos a Londres deberás contestar a las preguntas que te reservo, pero ya que estamos tan próximos a nuestro destino tendré la gentileza de aullentar tus dudas. Tu cometido principal en Londres será hacerte pasar por mí. - La sorpresa me chocó. Sí que teníamos más o menos la misma estatura y complexión pero detalles mínimos como nuestras facciones o el color de los ojos, él azules y yo grises, podrían delatarme, y ya sin entrar en que él es rubio y yo castaño.
- No creo que sea ul chico adecuado... - De pornto tenía a Daniel sentado sobre la mesa sujetando mi mano y mirándome con convicción.
- Eres el chico perfecto. Sólo tendrás que hacerte pasar por mí de día, por razones obvias ya que por la capital las habladurías entre la nobleza son comunes y puede ser perjudicial para la mascarada, como ya te expliqué. Por las noches serás mi joven y atractivo acompañante en las reuniones de mi clan y en caso de algún baile o festejo serás mi primo, es simplemente perfecto. - Podía sentir, pese la firmeza de su brazo, la excitación que recorría su mente. ¿Cuántos misterios me deparaban de ahora en adelante?.
- Tengo miedo... - Dije sin pensar. Al momento me imaginaba una habitación repleta de seres sedientos de sangre, todos con la misma mirada que pude ver en Daniel.
- Tranquilo. - Me abrazó. - Cuando estemos ante la estirpe yo cuidaré de ti, creeme, soy bastante mayor y te dejaré probar mi vitae para que otros perciban que eres de mi propiedad. - Pese a lo posesivas que resultaban sus palabras, su voz aterciopelada era capaz de calmarme y conquistarme a cada susurro. - Además, sabes lo suficiente para no cometer errores garrafales en una reunión con cainitas, ¿cierto?. - me soltó mientras reía orgulloso por haberme tranquilizado.
- Bien, has dicho que responderías mis dudas, ¿no? - Daniel asintió. - ¿Cuándo naciste? - Sabía que le molestaba la pregunta pero a parte de poner a prueba su palabra deseaba saber con qué clase de intelecto me estaba enfrentando, queria saber, lo lejos que estaba de él en realidad...
- Estamos en 1611. Tú tienes 13 años... bien, digamos que soy 832 años mayor que tú. Increíble, ¿verdad? Muchos en mi lugar habrían renunciado a su humanidad y se hubiesen vuelto criaturas sedientas de sangre o hubiesen tirado la toalla entrando en letargo esperando despertar en tiempos más comprensibles para sus necias y enmugrecidas mentes. Por suerte tuve un gran mentor... - Pude atisbar un destello de melancolía en sus ojos y a su vez presentí que estaba maquinando alguna forma de devolverme esta pregunta. Sí, seguramente toda pregunta que le haga repercutirá en las que él me haga mañana.
- Te conservas muy bien. - Sentí que mi gracia quedó más que estúpida. - ¿Duele mucho convertirse? - Los ojos de Daniel se abrieron casi por encima de sus posibilidades. Meditó durante un rato la respuesta, esta vez sí que le pillé desprevenido.
- Casi no lo recuerdo... Es una sensación completamente diferente, sientes que te vacían y luego... no sabría explicarte... la verdad... - Pude entrever en sus ojos turbios recuerdos. Si mi corto pasado era complicado, el suyo debía superarme con creces. - ¿Alguna duda más sobre mí? -
- Sobre ti no, pero... ¿a qué te referías cuando dijiste que hay algo maligno en mí?. - Casi tartamudeé ya que al pronunciar mis palabras, recordaba la figura de mi padre sonriendo mientras yo estaba atado en una mesa.
- Tu aura. A través de tu aura puedo ver tu estado de ánimo, sentir tus intenciones y hacerme una idea de lo que piensas, tu naturaleza... pero en tu caso, puedo ver 2 auras. una de ellas está oculta bajo la otra y se mueve acorde a la tuya. a simple vista ningún vampiro capaz como yo lo vería, pero me di cuenta de esa anomalía y me resulta interesante. -
Daniel empezó a hablarme de casos de exorcismos que pudo presenciar in situ y que los patrones de esa segunda aura correspondían a los que pudo ver en esas situaciones. hizo bromas sobre experimentar conmigo o exorcizarme a ver qué ocurría, pero al final me dijo que sabía que yo era especial por alguna otra razón más allá de lo que pudiese llevar dentro.
Sus palabras buscaban mi confort, pero no pudieron conseguirlo. ¿Realmente tenía un demonio dentro? Eso cuadraría con mis sospechas... pero no recuerdo haber hecho nada malo, tal vez mi demonio no ha despertado, ¿y si lo hiciera? Tenía miedo, mucho miedo cada vez que me separaba de Daniel, pero debería lidiar con ello hasta que le contase mi historia y él pudiera darme alguna respuesta.
Por la mañana, Matías vino con un caruaje y entre los dos descargamos nuestras pertenencias del barco y partimos al caserón del Conde Soir. Matías me explicó que cuando Daniel volvió a Londres había estado viviendo en Francia llamándose "Renoir la Pellet" mientras él fingía ser su tutor y decidió ser un inglés con apellido francés, pero uno sugerente, de pronunciación cautivadora y que su significado fuese acorde con su personalidad.
Las malas lenguas de Londres decían que los padres del Conde Soir habían abandonado a su hijo por practicar artes negras. Relacionar a un noble con fuerzas ocultas alarmaba a los vampiros de la zona, pero era raro que decidiese partir hace 2 semanas cuando hacía 3 meses de los avisos por parte de la estirpe.
Cuando llegamos a la casa recordé aquellas tardes en la mansión de mis abuelos. Tras pasar mi más tierna infancia en las calles, descubrir que era noble resultaba mágico...
Matías cargó con la caja donde se encontraba el ataúd de Daniel y lo llevó a su alcoba. El servicio de la casa me indicó dónde se encontraban mis aposentos. Una habitación más grande que el camarote con estudio y una pequeña biblioteca, una cama, tocador y armario con prendas de alta costura.
En un cajón pude ver varios cuadernos como el mío completamente en blanco, esperando a ser escritos por mi pluma.
Tenía ganas de visitar las calles de Londres, mi última visita fue breve y a penas pude disfrutar de las calles ni la gente, mi vida se centró más en España, Italia y al final Francia. Tuve que contenerme pues salir a la calle podría poner en peligro la pantomima que sería de ahora en adelante mi vida.
A la noche etaba en el comedor a solas. Se me hacía raro ocupar la mesa antes que Daniel. Cuando entró en la habitación quedé deslumbrado por la elegancia que desprendía. Era evidente que por fín tenía a su disposciión su armario para vestirse acorde a su nivel. debia admitirlo, me encantaría algún día poder moverme con tanta soltura con las plataformas que calzaba y sacar el mayor partido a mi percha con la ropa y complementos.
Supongo que es cuestión de tiempo que deba aprender.
- Hoy estoy especialmente contento Alan. - Danzaba por toda la estancia con una copa llena de un líquido color burdeos en ella. - Hoy tendrás que responder a mis preguntas. - Sorbió la copa y tomó asiento.
- Supongo que es lógico que quieras saber de mí... para ahorrarte las preguntas te explicaré cuanto sé de mi historia antes... - Daniel fijó intensamente su mirada sobre mi persona posando su cabeza entre sus manos. No sé si se dió cuenta, pero vi su lengua relamiendo lentamente los restos de sangre en su labio superior.
Mi padre era, y desgraciadamente todavía és, el Duque Joseph Taylor. Mi madre era española, aunque su familia descendía de antiguos celtas que emigraron a las tierras hispanas. se dice que mi madre era una bruja, aunque no la pude conocer en profundidad.
Soy un hijo bastardo y pasé mis primeros 7 años de vida en las calles con mi madre, Margarita se llamaba.
Me enseñó propiedades de algunas hierbas y a leer, un lujo en estos tiempos, pero de poco servia cuando a penas teníamos para comer. Mientras ella trabajaba como cortesana yo era monaguillo en el monasterio del pueblo, cerca de la capital. Un día llegó a sus oídos la presencia del Duque por esas tierras y fué a él reclamando que se hiciese cargo de mí como padre que era. Joseph no quería aceptarme como hijo legítimo pero mi abuelo, August Taylor, decidió que quería disfrutar de un nieto de su sangre.
Recuerdo que al poco tiempo estaba disfrutando de la vida acomodada de la nobleza en la mansión de mi padre. Mi abuelo obligaba a mi padre a casarse con mi madre pero, desafortunadamente mi madre falleció...
Hubo una noche muy confusa... recuerdo gente encapuchada y a mi padre... después estaba con mis abuelos de viaje a Italia para ver a unos parientes.
Mi abuelo era médico y le apasionaban el ocultismo y los venenos, pero pese a tener unos gustos tan peculiares, era un hombre humilde y amable. Estuvimos viajando mucho durante estos años, eso no me dejó tener raices claras. De italiano tengo nociones, el castellano lo hablo bien y el inglés... mi madre siempre me habló en inglés y con mi familia siempre hablamos así.
A grandes rasgos esta ha sido mi vida, en Francia íbamos en un carruaje con nuestras pertenencias y de pronto... fuego. Por suerte logré huir, aunque no pude rescatar nada ni a nadie...
- Lo que te dije sobre el demonio no te resultó nuevo, ¿me equivoco? Usaré mis contactos para descubrir algo. Me alegra conocerte mejor, Alan Taylor. Ahora quiero advertirte de algo. -
Daniel me contó que los cainitas, vampiros descendientes de Caín están divididos en varios clanes y separados entre independientes y los seguidores de la "Camarilla" o el "Sabbat".
Los vampiros de la Camarilla fundaron un movimiento, la mascarada, una serie de acciones que oculten la presencia de vampiros a los humanos. los vampiros del Sabbat provenían de oriente y creen que ser vampiros es un honor y que no deben ocultarse, cosa que es muy problemático para la mascarada.
Daniel mismo, al contarme todo esto ponía en grave peligro la mascarada y, seguramente, si alguien descubriese estos cuadernos podrían ejecutarme.
Pero ahí no acababa todo, existen 2 tipos más de vampiros a parte de los Cainitas.
Uno es Vlad Draculia y su progenie. Se sabe pocoacerca de él, pero un contacto de Daniel en Valaquia le ha advertido del caso de un príncipe que hace casi 2 siglos se convirtió en vampiro por una actitud sanguinari y renegar de la iglesia, tal vez sufriendo la misma condena que Caín. Podría ser un 2º Caín en la tierra y aunque se sabe poco acerca de él, Daniel advirtió a la estirpe.
El último grupo y, según Daniel, los más peligrosos hasta para los propios cainitas son los llamados "Sangre pura". Cuando un vampiro tiene relaciones sexuales no puede dejar preñado a nadie ya que todo fluido en su cuerpo es sangre, pero la sangre que pueda compartir con un mortal por el sexo o los mismos ghoul al ingerir sangre de un vampiro, añadin esa vitae a su ser adquiriendo propiedades especiales.
El problema es cuando esa vitae pasa a su descendencia por proceso natural. No se genera un gran cambio, nace un humano corriente pero con un don en su sangre, una sangre especial. Estos seres han llegado a tener poderes especiales gracias a la herencia vampirica que poseían, pero nada más lejos tenian un poder aún mayor, el poder de dar a la luz a los pura sangre.
Cuando 2 humanos con estas características, sólo muy de vez en cuando y por azar nacía un vampiro que desgarraba el interior de su progenitora. La gran mayoría fallecían, ya fuese por nacer de día o por no recibir el sustento de sangre, pero los que no...
Todo vampiro cuenta con una humanidad que pierde según sus acciones o recupera al redimirse, pero ¿y un ser que jamás ha sido humano?.
Se dice que los pura sangre entre ellos no pueden procrear, como el resto de vampiros, pero sí pueden entre 2 hacer que una mortal dé a luz a otro pura sangre. la camarilla no conoce mucho más acerca de esta estirpe y los tiene vigilados, aunque en principio son cívicos y participan en las labores de la mascarada.
Durante la infancia crecen hasta la edad con la que les concibieron sus padres, luego sólo pueden ver el curso del tiempo con esa edad.
- Increíble, los sangre pura parecen fascinantes en comparación del resto... - Dije sin ser consciente de que esto no era una de las historias que me pudiese contar mi abuelo, estaba hablando con Daniel, un cainita del Clan Toreador, amantes del arte y la belleza.
- Sí... la verdad es que en mi vida sólo he tratado seriamente con 2. Una mala pécora y un chico galante y atrevido, mi contacto a través del mundo. Ahora está en oriente. - Parecía feliz hablando de ese misterioso sangre pura. me sorprendió que no se sintiese ofendido.
- ¿Un sangre pura puede convertir a otro en vampiro? Y si lo hiciera, ¿sería un sangre pura también? -
- Si te soy sincero Alan, no lo sé... tengo registrados en documentos todo cuanto conozco de mi estirpe y no he oído caso alguno o semejante. - Al parecer mi idea de registrar cuanto aprendiese no era única, tal vez Daniel podría compartir sus manuscritos para copiar detalles que no me contase.
Tras pedirselo su respuesta directa fué no, pero me dijo que cuando fuésemos a Gales, donde los guardaba, me dejaría verlos y meditaría la opción de que los copie.
- Bien, Alan, ve a dormir. He de presentarme ante el príncipe para alertarle de mi regreso, de mi nueva posesión y algunos asuntos más, hasta mañana. -
Al principio pensé en que no eran horas para visitar a la realeza, pero luego caí en la cuenta de que los vampiros también tenían príncipes. Cargos electos que se encargaban del reparto del territorio y el cumplimiento de las normas en su área delegando a terrenos más pequeños cargos como sheriff's de área.
¿Qué serían esos otros asuntos? La nueva posesión está claro que se refería a mí, pero me picaba la curiosidad.
Cuando Daniel abandonó la habitación, no pude evitar acercarme a su copa. Olía a él, su aliento la impregnaba. En el interior aún quedaba una gota que sin pensarlo dejé que acariciase mis labios. Era sangre de algo que parecía cerdo o cordero, realmente asquerosa. Supongo que yo no valdría como vampiro... me gustaría crecer y experimentar algunas cosas antes...
Experimentar... un escalofrío recorrió mi columna vertebral. Las manos del párroco, sus labios... sin darme cuenta caí al suelo temblando... no quería volver a pasar por eso...
La suciedad, el pecado... me ardía el pecho, estaba llorando, mi cuerpo... perdía el control.
NaiT
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