Blood Letters...

viernes, 28 de marzo de 2014

Otra de esas cartas..

Te dedico otra de esas cartas. Sí, a ti, a quien no las va a leer bajo ninguna circunstancia, aquel cuyo orgullo no le permite ver más allá de lo que otros le han hecho sin tan siquiera pensar en cuánto has hecho.

Llevo un par de días sin contemplar tus publicaciones, mas no dejo de tenerte en mi cabeza. Cometo un gran error (otro más a la lista) aceptando libremente tal cosa, pero sería estúpido negar la realidad. Yo no niego nada de lo que siento, no necesito engañarme así ni engañar al resto.

Estoy mejor sin leerte, eso es evidente. Puede ser que afecte el que yo ya haya tomado medidas para pasar página lo antes posible, pero sin métodos tan drásticos como el "borrón y cuenta nueva". No me gusta borrar, odio la posibilidad de olvidar; pero asumo que debo avanzar.

Imagino que a igual que no sé de ti, tú tampoco sabrás de mí. Será lo mejor para ambos.

Hagas lo que hagas, decidas lo que decidas. Suerte y que te vaya bien.

A diferencia de ti, yo sé lo que sentí, lo que dije y, lo más importante, que era de verdad. No voy a retirar nada. Y si algo no te pareció adecuado, tal vez no hayas sabido captar lo que pretendía transmitir.

Sé en lo que he errado y por qué lo he hecho, con mayor o menor excusa, sé que no he sido perfecto.

Pero tú... Mándame a tu pasado, al fin y al cabo, es lo que soy, ¿no?

Adiós.

NaiT

lunes, 24 de marzo de 2014

Me apago...

Me ahogo en mi propio lamento sin posibilidad de gritar, sin capacidad para llorar.

Todas las penas que en mi maltrecho pecho yacen, son memorias de lo que en algún momento pudo ser jolgorio o alegría. Restos de lo que pudo y no será.

Pero entre la confusión de una borrachera de emociones enfrentadas, de un juicio imperado por el orgullo y una tenue voz de cordura ante sentimientos batallando a viva voz; hoy es el inicio de mi propio fin.

Me siento como una vela, cautiva en el vaso de cristal que son sus pensamientos, su realidad, sus circunstancias.

Todos queremos consumirnos, todos queremos llegar al final, ver nuestra luz apagarse tras haber gastado todo nuestro potencial, tras haber brillado con intensidad haciendo desaparecer cada momento, una vez devorado por nuestra cegadora y cálida luz.

Pero en mi caso, no hay luz que emane, no hay cera que derretir.

Ahogado, sin aire, preso de mis miedos, apartado de cualquier salida, me apago.

La verdad que se esconde en mi estado de ánimo...

Siempre he sido partidario de escribir al momento cuanto siento y de la forma en que lo siento.

También es cierto que la experiencia me ha demostrado que conversando con personas, tratando algunos temas, es como surge mi inspiración, el momento clave en que mis sentimientos y mis pensamientos fluyen en una misma dirección, encontrando las palabras adecuadas par describir aquello que sólo podría plasmar con el caos.

Dicho esto, adjunto el resultado de una conversación a principios de mes:

Esto no es algo que suela aceptar públicamente y pocas veces lo diré de forma tan directa, pero es la forma más rápida de definir mi estado actual, y en sí, mi estado durante los últimos años. Definir por qué estoy así, en parte, y por qué cometo ciertos errores. Incluso el por qué de mis bajones continuos...

jueves, 20 de marzo de 2014

¿Por qué tú? Pues no sé...

A veces no sé cómo definir lo que siento, aunque es más mi incapacidad de reconocerlo de cara al público, de cara a ti.

Ha pasado un tiempo prudencial en el que he estado pensando, en todos los aspectos, viendo tu actitud para conmigo.

Sigo teniendo muchas dudas en mente debidas a mi inseguridad, mi desconfianza y, ante todo, a no entender el por qué haces las cosas, si es que existe algún motivo para ello.

Sé que tal vez le doy demasiada importancia a pequeñas cosas, seguro, pero como bien me ha dicho una buena amiga en más de una ocasión: “dos no bailan si uno no quiere”.

Desde el principio supe dónde me metía. Conocía las consecuencias y los riesgos de intentar algo contigo y, pese a todo, pequé. Tal vez no tanto en bajar la guardia y permitirme sentir demasiado, si no en tratar de apresurarme en darte todo aquello que parecías necesitar, aquello que yo te quería aportar; pese a las circunstancias.