Tras unos días de meditación y reflexión es ahora cuando me planteo dudas como:
¿Debo arriesgarlo todo o simplemente callar? Sé que tarde o temprano tendré que decirlo, pero ahora... ¿Es demasiado tarde para esa oportunidad?
Pero el problema es que esa oportunidad sólo existe en los recovecos de mi mente. Siempre dejo escapar aquello que más quiero por no arriesgar, porque arriesgar significa mostrar tu debilidad y eso es lo que no quiero.
¿Se puede pensar en alguien cuando todavía no has olvidado a otra persona? Está claro que durante las transiciones sí. Pero en este caso el error ha sido mío, para variar, permitiéndome el lujo de hacer algo que de sobras ya sabía que estaba mal.