Cada día sólo es otro personaje más de esta pantomima.
Cada sonrisa dibujada es la metafórica esencia de lo absurdo y desagradable de este pequeño y putrefacto mundo.
Incontables cromas en mi estuche y yo sólo pensando en el delicioso color burdeos con el que se tiñe mi mejor espectáculo.
Un poco de reprimendas, algo de falsedad, combinado con hipocresía, "buenos modales", censura contenida y algo de modesta humildad y le voilà, tenemos una preciosa sociedad. ¡Ya está! Se maquille...
Todos son niños cuando se apagan las luces, jueces, abogados, alcaldes, médicos... todos igual de débiles e indefensos a la luz de unos tristes focos.
Al fin salgo al escenario, mi papel sólo es una pieza más de un enorme y complejo puzzle, pero me encanta sentir que mi arte es mayor que la del resto.
El público aplaude mis hazañas, mi "interpretación" sin saber que con cada giro, con cada movimiento de brazos y hasta con cada grito agónico estoy estrujando el pecho de algún afortunado "benefactor".
Entre las sombras de la sala, las ratas acuden a mis víctimas para robarles el dinero, joyas y otras pertenencias de valor mientras yo capto la atención.
Toca el número final, tal vez mi personaje más desagradable. Si bien soy muy variopinto en cuanto a vestuario, éste es sin duda el más incómodo que pudiera ponerme. Medias, liguero y corpiño, ¡qué escándalo!
Con unos movimientos sensuales y algo de insinuación muchos olvidan matrimonios, familias, vidas enteras... pobres ilusos.
Cuando termino de rebajarme mostrando mis encantos a una muchedumbre extasiada sólo puedo desear arrancarme la piel a tiras y vomitar en mis propias entrañas, pero todo tiene su recompensa.
Aplausos, se encienden las luces, más aplausos, todos saludan al público pero yo no estoy ahí, no lo necesito.
Tengo visita en mi camerino, a 5 maravillosos señores les ha impresionado mi obra... mis atributos les fascinan.
Puedo oler la testosterona en el ambiente, de estar cada uno de ellos solos conmigo no hubieran tenido paciencia alguna, poseen dinero y con ello todo lo pueden, pero en "comunidad" las apariencias son lo primero...
Invito a los cinco a que pasen a mis dominios, un simple camerino forrado con cortinas de distintos colores y procedencias, disfraces varios, algo de mi ropa diaria amontonada y una mesa con un enorme orbe reflectante dónde me transformo día a día en otro ser.
Cuando cierro la puerta siento la incomodidad de mis invitados, quieren algo más que ver mis maravillas, o tal vez es eso lo único que esperan... no, los humanos no se conforman sólo con ver.
Procedo a desvestirme. 3 de ellos muestran entre desagrado y disgusto al comprobar la verdad de mi cuerpo, a los otros 2 parece excitarles la idea.
En mis años de experiencia he aprendido que fascinación, enfado y éxtasis son diferentes caminos hacia el líbido de uno mismo, y que escojan la excusa que escojan acabarán haciendo lo mismo.
Aún no he podido desabrocharme los ligueros y ya me están sobando y en mi mente sólo puedo verme ante el espejo, desgarrando mi cara hasta hacerme con cada tira de cuero una máscara nueva.
Cinco eran cinco esta vez, hombres nobles y respetados.
Cinco eran cinco los que nadie añoraría ahora que eran míos.
Cinco eran cinco, luego cuatro, tres y dos...
No juegues con la comida dicen, pero la verdad es que me gusta follarme lo que como.
Esta vez uno sí que me penetró uno, he jugado demasiado calentándolos, pero ha sido divertido cercenarle el rabo con mis nalgas. Un toro descornado hahaha.
Los otros cuatro agarrando cada extremidad de mi cuerpo, sin darse cuenta de lo sucedido, sólo me han visto girarme para estar boca abajo y sangre emanar de mi trasero, eso les gusta.
Cuando el que está en mi pierna izquierda se decide a metérmela me zafo del agarre y coloco mi cara ante su miembro.
Dudo por un momento y al final accedo, lo lamo con suavidad, lo justo para notar sus manos en mi cabellera. A la par que muerdo su falo introduzco brutalmente mi mano por su recto.
Otro de los invitados se acerca por mi espalda dispuesto a pegarme, no le veo a tiempo. Me atiza con una de mis fustas, eso sólo me está excitando.
Me alzo ante él, con un ligero movimiento le planto mi mano ensangrentada en la cara, le hago lamerla.
Froto mi virilidad contra la suya subiendo hasta el ombligo. De una estocada descubro la capacidad femenina de otro pobre desgraciado.
Apago las luces. Me quedan el guapo y el feo, qué difícil decidirme... les llevo a mi cama embelesados con mi mirada perceptible en la oscuridad.
Mientras dejo que uno me lama cuanto quiera, yo ejercito mi lengua con el duro mástil del otro.
Cansado de tan aburrida experiencia, aprieto la cabeza de mi sumiso amigo contra mi pelvis hasta asfixiarlo.
Dejo que el único vivo de la sala penetre al difunto mientras yo le sodomizo a él. Sólo es capaz de sentir mordisquitos en el cuello sin ser consciente de dónde alcanza ya su sangre.
Ha eyaculado en el cadáver, me encanta esta escena tan grotesca, pero necesito saciar toda mi necesidad.
Echo al único superviviente de tan macabra orgía siendo capaz sólo de correrme dentro del envoltorio vacío que ahora era la más entera de mis víctimas.
Una vez me he desfogado procedo a alimentarme tanto de la sangre de los humanos, como de los pecados de sus almas.
Pronto amanecerá y ya he dejado la carne amontonada en un callejón con todos los carroñeros, y aún no comprendo por qué dejé con vida al feo...
NaiT
Cada sonrisa dibujada es la metafórica esencia de lo absurdo y desagradable de este pequeño y putrefacto mundo.
Incontables cromas en mi estuche y yo sólo pensando en el delicioso color burdeos con el que se tiñe mi mejor espectáculo.
Un poco de reprimendas, algo de falsedad, combinado con hipocresía, "buenos modales", censura contenida y algo de modesta humildad y le voilà, tenemos una preciosa sociedad. ¡Ya está! Se maquille...
Todos son niños cuando se apagan las luces, jueces, abogados, alcaldes, médicos... todos igual de débiles e indefensos a la luz de unos tristes focos.
Al fin salgo al escenario, mi papel sólo es una pieza más de un enorme y complejo puzzle, pero me encanta sentir que mi arte es mayor que la del resto.
El público aplaude mis hazañas, mi "interpretación" sin saber que con cada giro, con cada movimiento de brazos y hasta con cada grito agónico estoy estrujando el pecho de algún afortunado "benefactor".
Entre las sombras de la sala, las ratas acuden a mis víctimas para robarles el dinero, joyas y otras pertenencias de valor mientras yo capto la atención.
Toca el número final, tal vez mi personaje más desagradable. Si bien soy muy variopinto en cuanto a vestuario, éste es sin duda el más incómodo que pudiera ponerme. Medias, liguero y corpiño, ¡qué escándalo!
Con unos movimientos sensuales y algo de insinuación muchos olvidan matrimonios, familias, vidas enteras... pobres ilusos.
Cuando termino de rebajarme mostrando mis encantos a una muchedumbre extasiada sólo puedo desear arrancarme la piel a tiras y vomitar en mis propias entrañas, pero todo tiene su recompensa.
Aplausos, se encienden las luces, más aplausos, todos saludan al público pero yo no estoy ahí, no lo necesito.
Tengo visita en mi camerino, a 5 maravillosos señores les ha impresionado mi obra... mis atributos les fascinan.
Puedo oler la testosterona en el ambiente, de estar cada uno de ellos solos conmigo no hubieran tenido paciencia alguna, poseen dinero y con ello todo lo pueden, pero en "comunidad" las apariencias son lo primero...
Invito a los cinco a que pasen a mis dominios, un simple camerino forrado con cortinas de distintos colores y procedencias, disfraces varios, algo de mi ropa diaria amontonada y una mesa con un enorme orbe reflectante dónde me transformo día a día en otro ser.
Cuando cierro la puerta siento la incomodidad de mis invitados, quieren algo más que ver mis maravillas, o tal vez es eso lo único que esperan... no, los humanos no se conforman sólo con ver.
Procedo a desvestirme. 3 de ellos muestran entre desagrado y disgusto al comprobar la verdad de mi cuerpo, a los otros 2 parece excitarles la idea.
En mis años de experiencia he aprendido que fascinación, enfado y éxtasis son diferentes caminos hacia el líbido de uno mismo, y que escojan la excusa que escojan acabarán haciendo lo mismo.
Aún no he podido desabrocharme los ligueros y ya me están sobando y en mi mente sólo puedo verme ante el espejo, desgarrando mi cara hasta hacerme con cada tira de cuero una máscara nueva.
Cinco eran cinco esta vez, hombres nobles y respetados.
Cinco eran cinco los que nadie añoraría ahora que eran míos.
Cinco eran cinco, luego cuatro, tres y dos...
No juegues con la comida dicen, pero la verdad es que me gusta follarme lo que como.
Esta vez uno sí que me penetró uno, he jugado demasiado calentándolos, pero ha sido divertido cercenarle el rabo con mis nalgas. Un toro descornado hahaha.
Los otros cuatro agarrando cada extremidad de mi cuerpo, sin darse cuenta de lo sucedido, sólo me han visto girarme para estar boca abajo y sangre emanar de mi trasero, eso les gusta.
Cuando el que está en mi pierna izquierda se decide a metérmela me zafo del agarre y coloco mi cara ante su miembro.
Dudo por un momento y al final accedo, lo lamo con suavidad, lo justo para notar sus manos en mi cabellera. A la par que muerdo su falo introduzco brutalmente mi mano por su recto.
Otro de los invitados se acerca por mi espalda dispuesto a pegarme, no le veo a tiempo. Me atiza con una de mis fustas, eso sólo me está excitando.
Me alzo ante él, con un ligero movimiento le planto mi mano ensangrentada en la cara, le hago lamerla.
Froto mi virilidad contra la suya subiendo hasta el ombligo. De una estocada descubro la capacidad femenina de otro pobre desgraciado.
Apago las luces. Me quedan el guapo y el feo, qué difícil decidirme... les llevo a mi cama embelesados con mi mirada perceptible en la oscuridad.
Mientras dejo que uno me lama cuanto quiera, yo ejercito mi lengua con el duro mástil del otro.
Cansado de tan aburrida experiencia, aprieto la cabeza de mi sumiso amigo contra mi pelvis hasta asfixiarlo.
Dejo que el único vivo de la sala penetre al difunto mientras yo le sodomizo a él. Sólo es capaz de sentir mordisquitos en el cuello sin ser consciente de dónde alcanza ya su sangre.
Ha eyaculado en el cadáver, me encanta esta escena tan grotesca, pero necesito saciar toda mi necesidad.
Echo al único superviviente de tan macabra orgía siendo capaz sólo de correrme dentro del envoltorio vacío que ahora era la más entera de mis víctimas.
Una vez me he desfogado procedo a alimentarme tanto de la sangre de los humanos, como de los pecados de sus almas.
Pronto amanecerá y ya he dejado la carne amontonada en un callejón con todos los carroñeros, y aún no comprendo por qué dejé con vida al feo...
NaiT
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