Hoy, como muchas otras veces, me he parado a pensar en el tiempo; pasado, presente y futuro.
Es una constante en mi rutina analizar los hechos, siempre desde mi punto de vista y luego matizarlos con distintos prismas para lograr la mayor objetividad posible y de ahí la verdad de los sucesos.
Otra de mis recurrencias es pensar en aquello que por una razón u otra todavía no he podido disfrutar plenamente, las relaciones.
La suma de ambas convergen en una evaluación contínua de mi persona para hallar la razón de mi situación, el por qué me mantengo en ella, el por qué recaigo en los mismos errores y las razones de las mismas recaídas.
Es cierto, aquellas personas por las que suelo reservar cierto sentimiento nunca podrán corresponderlo por ser como deben ser para gustarme, o eso es lo que la experiencia parece querer demostrarme.