Blood Letters...

jueves, 15 de noviembre de 2012

Cuak, cuak...

Otro otoño más en las memorias que nunca escribiré, otra estación que deja una tenue estela húmeda con aroma a madera envejecida. Estaciones cada vez más efímeras, difusas entre sí por los desastres del cambio climático (sin entrar en debates de su origen cíclico o por la contaminación) más que evidentes.

Recuerdo cuando en mi vida sólo llevaba pocas estaciones y mi percepción del tiempo era tan inconstante como la frecuencia en la que soy capaz de recordar esos momentos del pasado.

Recuerdo estar en clase de infantil, antes incluso de comenzar la primaria, con los punzones y los corchos recortando dibujos a golpe de punzón durante el recreo pues afuera llovía a cántaros. Yo era de los lentos y, por confortante que fuera pinchar el corcho para recortar un dibujo; yo prefería moldear la roja plastelina...


¿Hará 17 años de eso? ¿18?

Mi memoria, en algunos aspectos, es envidiable... y ciertamente espero que nunca cambie, pues recordar algunos momentos tan antiguos con tanta claridad no sólo me hacen ser quien soy, me permiten volver a moldearme una y otra vez dando valor y significado a aquellas cosas que; ya fuera por la edad o por lo absorto que estaba con el mundo; en su momento no le dí.

Como siempre por estas fechas (y como en cada momento especial que incite a la reflexión / me valga de excusa) es momento de analizar los acontecimientos sucedidos y aquellos que están por venir.

Todavía soy incapaz, como muchos, de vivir el ahora por las limitaciones del mismo; preocupado por el mañana y dolido por el ayer el día de hoy a veces cobra forma de sátira contra mí mismo; pero cada vez veo más luz al final de este angosto pasillo que ha ocupado 4 años largos de mi vida.

Ya sea una simple ilusión causada por la misma necesidad que tengo de avanzar o sucesos que se entrelazan para brindarme una escapatoria, la verdad es que alivia la carga sobre mi voluntad.

También es verdad que estos días he estado prácticamente vegetal, descansando, pensando... pero necesito esos parones de vez en cuando, días en los que veo que pese a tener un mínimo de ilusión y metas a un plazo medio; lo que todavía hace que me levante por las mañanas es mi voluntad y si eso me flaquea...

Faltan cosas nuevas, más experiencias, algo que me llene más que la rutina... pero como siempre: tiempo al tiempo.

Sólo estamos en Noviembre y el tiempo parece seguir acelerando su paso.

22 Otoños no son suficientes, pero hacen mucho. Al fin y al cabo ¿es de extrañar mi actitud siendo un "hijo de la lluvia"?

En un par de días tocará celebrar, pues no llorar, otro año de sueños sin conseguir, otro año de metas inalcanzadas, otro año de éxitos y muchos fracasos... Pero también otro año en el que espero no rendirme.

Al fin y al cabo, los buenos vinos sólo pueden mejorar ¿no?

Con mis carencias y mis abundancias soy yo, estoy aquí y todavía quiero seguir adelante.

Ya dejaré para más adelante los "Mea Culpa" de este año.

NaiT

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